A orillas de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, la Playa de St. James se postula como un rincón lleno de encanto, popular por sus coloridas casetas de baño de la época victoriana que salpican de vida el paisaje marítimo. Este pequeño pero acogedor enclave es ideal para caminatas plácidas y para deleitarse con el cálido abrazo del sol.

Sin embargo, la joya indiscutible es su piscina de marea, el St. James Tidal Pool, refugio de biodiversidad marina, diseñado para fusionarse armoniosamente con el entorno rocoso. Aquí, las aguas transparentes invitan a un baño sereno, más cálido que el abierto océano, donde grandes y pequeños pueden flotar sin la preocupación de corrientes traicioneras.

Imagina algo similar en España; las famosas piscinas naturales de Agaete en Las Palmas de Gran Canaria, o las piscinas naturales de El Caletón en Garachico, Tenerife, ofrecen una experiencia paralela. Enclavadas en lava volcánica petrificada, te seducirán con su extraordinario paisaje y aguas cristalinas, brindándote un santuario excepcional para el disfrute acuático familiar.