En las aguas cristalinas del lago Kussharo, en el lejano Japón, nadan los cisnes cantores, majestuosas aves de plumaje blanco que parecen esculpidas en la nieve. Con sus picos de tonos amarillos y negros, reflejan la belleza de la naturaleza en el espejo del lago, como pinceladas en un lienzo de azules infinitos. Son los cisnes cantones, originarios de Europa y Asia, célebres por su resonante canto, que les da nombre.

Con sus alas desplegadas, que alcanzan entre 2 y 3 metros, surcan los cielos; son de las aves más pesadas capaces de emprender vuelo. Aunque Finlandia les honra como aves nacionales y allí se aparean, su espíritu aventurero los lleva a tierras más cálidas en invierno, siguiendo rutas migratorias que les son tan familiares como antiguas.

Pero no piensen que estos viajes afectan a la solidez de sus parejas; los cisnes cantores forjan vínculos monógamos y eternos. Relatos de amor verdadero que se extienden entre vientos y danzan en aguas serenas, y que ahora, por un instante, bañan nuestras almas con su baile.