Castor norteamericano en un estanque cerca del lago Wonder, Parque Nacional Denali, Alaska, EE.UU. (© Paul Souders/Getty Images)
Conocidos como los ingenieros de la naturaleza, los castores llevan millones de años moldeando el mundo. Históricamente, los castores norteamericanos, así como sus primos, los castores europeos, se han enfrentado a los desafíos humanos. Se les cazaba por su piel y se destruían sus "molestas" moradas de agua dulce. Sin embargo, estos constructores de embalses se han ganado un nuevo respeto en los últimos años. Estos animales tienen efectos beneficiosos no sólo para la calidad del agua, sino también para la tierra.
Con sus incisivos anaranjados recubiertos de ferrihidrita, los castores talan árboles, construyendo diligentemente no sólo hogares sino hábitats. Sus embalses crean humedales vitales para innumerables especies. Mientras tanto, sus refugios son obras maestras de seguridad y comodidad, con la entrada estratégicamente sumergida para disuadir a los depredadores y proporcionar intimidad. Los roedores no tienen problemas para entrar, ya que pueden aguantar la respiración hasta 15 minutos.
A diferencia del castor norteamericano, el castor europeo no es muy común en la península ibérica, sin embargo, los podemos encontrar en algunos parajes del Guadalquivir en la provincia de Jaén, España.