Vista del faro de Ribadeo, Galicia, España (© Stas Moroz/Shutterstock)
En el corazón de la tradición gallega, la imagen majestuosa del Faro de Isla Pancha emerge como centinela del norte, guiando, desde 1859, las esperanzas de los marineros en Ribadeo, Lugo. Este custodio del Atlántico, pensado por Marcelo Sánchez Movellán, persevera entre la bruma con una luz que se proyecta hasta 39 kilómetros mar adentro, dibujando una sinfonía de destellos cada 20 segundos, orquestada para la seguridad de la navegación.
Ahora, mientras los ecos de los tambores de Cádiz aún resuenan con su carnaval, y en Canarias las murgas calientan el ambiente, Galicia se engalana con su Entroido. No hay faro que ilumine mejor el espíritu festivo gallego que el de Isla Pancha, testigo de disfraces y risas, que se mezclan con el vaivén de las olas.
El faro, que conecta con la tierra firme gracias a un puente nacido para economizar custodios, se alza como un emblema de una región donde la tradición y la modernidad conviven en armoniosa dualidad. Con sus más de 160 años de vigía, es el faro de un pueblo que sabe que después de la tempestad, siempre viene la calma... y una buena fiesta.